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Adolescentes en un mundo cambiante

Recordar anualmente la existencia de trastornos mentales en adolescentes nos alerta sobre la necesidad de prestar cuidada atención y asistencia a un mundo especialmente sensible.

Con la celebración el pasado dos de marzo del Día Mundial del Bienestar Mental para Adolescentes se abre un debate que anualmente presenta cifras alarmantes en cuanto a trastornos mentales padecidos por este segmento de población (de 10 a 19 años) cada vez más afectado por situaciones de vulnerabilidad, precisamente en unas edades de cambios físicos, emocionales y sociales a los que se suman situaciones de pobreza y violencia que afectan seriamente a su salud mental.

Desde organismos mundiales como la OMS y Unicef se ha dado la voz de alarma sobre la escasa atención que estas enfermedades reciben para su reconocimiento y tratamiento debidos. Aunque también, desde estas plataformas, se aportan criterios para la mejora del bienestar mental de los jóvenes enfocados a la protección frente a la adversidad, promover entre ellos el aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico, entre otros.

ESPAÑA LIDERA LOS PROBLEMAS DE SALUD MENTAL EN MENORES

Unicef ha puesto sobre la mesa el dato alarmante al señalar que uno de cada cinco jóvenes españoles de entre los diez a diecinueve años sufre algún tipo de problema de salud mental diagnosticado, lo que sitúa a España como el país europeo con mayor prevalencia diagnosticada de problemas de salud mental en menores. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud revela el inquietante dato de que el 50% de los trastornos mentales comienza a los catorce años. Lo más preocupante, según Unicef, es que el suicidio se sitúa como la segunda causa de mortalidad entre los jóvenes de 15  a 29 años, solo superable por tumores malignos.

Desde cualquier ámbito social donde pulsemos una opinión al respecto nos toparemos con el criterio de que la salud mental infanto-juvenil es la asignatura pendiente de la sanidad pública, una reivindicación, por su parte, que llevó a la huelga en octubre del pasado año a estudiantes de Barcelona que, bajo el lema de pancarta La salud mental es un derecho, no un privilegio, denunciaron los graves trastornos mentales que afectan a los jóvenes, y que a la sazón se traducen en ansiedad, depresión, suicidios, conductas de riesgo y consumo de fármacos.

Para Teresa Sánchez, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, uno de los aspectos que hay que prestar especial atención en el mundo de la adolescencia son las conductas autolesivas, con las que “los jóvenes buscan una liberación de emociones negativas, como angustia, ansiedad o ira”, manifestó durante su conferencia Autolesiones adolescentes: gritos de sangre y miedo, impartida la semana pasada en el Congreso Nacional de Salud Mental Infantojuvenil celebrado en Salamanca. La decana sostiene que el suicidio en menores de quince años aumentó en 2022 y también las autolesiones no suicidas, ya que aunque “las actividades parasuicidas frenan el malestar de la persona, si continúan llegan al suicidio”.

FACTORES DE RIESGO

La adolescencia, definida como una etapa esencial para el desarrollo de hábitos sociales y emocionales, se ve seriamente afectada por situaciones que agravan su desarrollo. A mayor número de factores de riesgo a los que estén expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos sobre su salud mental. Sobre este periodo de vida de nuestros jóvenes se suceden trastornos que alteran seriamente su calidad de vida y sus relaciones con las personas de su entorno, ya sea familiar, escolar o social. Situaciones de estigmatización, exclusión, minorías de perfil étnico, violencia sexual e intimidación, entre otros, son factores que adquieren rango de severa inquietud y que, a menudo, solo visibilizamos cuando estallan sus terribles consecuencias traducidas en ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia) y del comportamiento (como el déficit de atención con hiperactividad o el inquietante disocial que puede derivar en conductas delictivas).

Al ser además la adolescencia un periodo a caballo entre la pubertad y la edad adulta, durante el cual se suceden cambios y descubrimientos de la propia identidad, ya sea esta psicológica o sexual, está fuertemente sujeta a vaivenes emocionales que afectan a su autonomía para elegir amistades, discriminar afectos y relaciones sociales. Y es en este último entorno donde emergen factores de riesgo tales como las adicciones tecnológicas, abusos de sustancias nocivas (alcohol y drogas) y presiones estéticas, entre otros, sobre los que los adolescentes requieren una mejor información para que su día a día se desenvuelva en un entorno seguro y propicio. A fin de cuentas, de la calidad de vida y de actitudes de tolerancia dependerá la estabilidad o inseguridad de la salud mental del menor ya que, en el fondo, los condicionantes acabarán moldeando su personalidad.

ASISTENCIA MULTIDISCIPLINAR

Desde nuestro centro de psicología y sexología Caridad Ruiz atendemos con una orientación multidisciplinar a cuantos adolescentes necesitan de una ayuda profesional. Sabemos de la importancia del trabajo en equipo y el esfuerzo que supone abordar unas terapias sobre un grupo de población especialmente sensible al que hay que asistir con un cuidado personalizado y tratamiento cercano, abordando con firmeza los trastornos emocionales que impiden a muchos menores llevar una vida normal, que les dificultan la gestión de sus sentimientos, de sus comportamientos y pensamientos, así como de sus relaciones personales.  De ahí la importancia de fomentar las habilidades sociales, aumentar la autoestima y reforzar la capacidad de resolver problemas para prevenir trastornos.

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