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A pesar de que para una mayoría de la población la Navidad es un momento de felicidad, no todas las personas albergan ese pensamiento positivo; a veces se genera un sentimiento forzado que falsea esa realidad. Son días de encuentros y recuerdos en los que frente a la alegría y al recogimiento familiar, subyace una honda melancolía y soledad.

Desde un punto de vista psicológico, y tal como hemos ido observando en consulta, hay perfiles que sufren solo con pensar en la llegada de estos días. La sociedad tiende a relacionar la Navidad con un tiempo de amigos y familia. Sin embargo, ¿qué sucede cuando nuestras expectativas no se rigen por lo normativo y suscitan otro tipo de motivación? Probablemente exista una justificación ante ese malestar o apatía, no te preocupes, es igual de lícito y aceptable que cualquier otro pensamiento y emoción.

La Navidad llega a nuestras vidas guste o no. Es el momento de mirar dentro de cada uno y estudiar la manera de afrontar momentos delicados. No siempre estamos predispuestos a compartir nuestras preocupaciones en reuniones familiares o de amigos. Sabiendo que estas circunstancias llegan, ¿cómo podemos enfrentarnos a ellas?

Anticípate a los comentarios que activan nuestro sistema de alerta. Estos se presentan con una intención adaptativa y útil, ya que nos adelantan ante un posible peligro, ya sea este real o no, pues nuestra mente no procesa con la capacidad de respuesta deseable la dificultad de semejante situación. Recuerda que eres libre de responder o no a cualquier comentario que vaya dirigido hacia ti. Quizás pueda ser interesante hacerlo de manera asertiva, con frases como: “agradezco tu preocupación y tu pregunta pero ahora no es el momento. Si te parece bien, lo abordaremos en otro momento tranquilamente”. O no desees responder, lo que resultaría igual de respetable.

Si te enfrentas a una crítica poco constructiva tienes varias opciones. Puedes no prestarle atención y en ese momento redirigir tu pensamiento, entendiendo que la persona en cuestión tiene la necesidad de compartir dicha información contigo e intentar posicionar su comentario como “no personal” o ajeno a ti. Por el contrario, podemos aportar una respuesta neutra, del tipo: “me parece fenomenal, al final cada uno funciona de una manera diferente”, “entiendo tu punto de vista, gracias por la información”, sin necesidad de prescindir de tus propias opiniones y necesidades.

Otro aspecto a valorar es la utilidad de los límites en el seno y fuera del contexto familiar. Poner tus propios límites no te hace ser una persona huraña u hostil, al contrario, te muestra como una persona fuerte y llena de amor propio, algo muy positivo para ti y para los que te rodean. Si hay algo de lo que no te apetezca hablar, no tengas miedo a verbalizar libremente: “Gracias por tu preocupación, pero creo que no es el momento”. Eres dueño de tus acciones.

¡Evita el enfrentamiento! Es tu tiempo, que nada altere tu paz mental. Aprovecha esos momentos en reunión para evocar a los ausentes. Recordar momentos felices pasados en familia puede ser muy positivo para restañar heridas. Se trata de una forma de avivar el recuerdo, viviéndolo con ternura y cariño.

Aprovechemos estas navidades para reconstruirnos, disfrutar, aprender, visualizar y comprender el proceso en el que nos encontramos… Las emociones que experimentemos en Navidad pueden ser muy ambiguas y dispares. Disfrútala y vívela como una fecha cualquiera, sin presiones, a tu tiempo, dentro de tu espacio.

María López Benítez, psicóloga sanitaria. Cari Ruiz, psicóloga sanitaria y sexóloga.

 

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