Las relaciones de pareja han ido cambiando a medida que la sociedad lo ha hecho en múltiples escenarios, de ahí que sean varios los motivos que intervienen en su mantenimiento o ruptura, donde la gestión de las emociones se sitúa en el eje que da sentido al arte de vivir juntos.
Cada año San Valentín nos recuerda la importancia del cariño y la afectividad. Pero la realidad no siempre sintoniza con los preceptos de un mito que hoy, como ayer, sobrevive entre el amor romántico, el reclamo comercial y la soledad de quien padece una ruptura sentimental. Porque, si hacemos nuestros los datos del Instituto Nacional de Estadística, comprobamos que en 2021 (aún no hay datos oficiales del año pasado) hubo algo más de noventa mil rupturas de pareja, de las que un noventa por ciento son divorcios, afectando esencialmente a la franja de entre los 40-49 años.
Factores emocionales que afectan a las parejas
Durante los últimos años el concepto de pareja ha ido evolucionando, tanto como los escenarios en los que la sociedad se desenvuelve diariamente. Las redes sociales han abierto un camino de oportunidades antes insospechado para el acercamiento entre personas, en una amplia diversidad de relaciones afectivo-sexuales que, en alguna medida, afectan a los proyectos de estabilidad de pareja. Pero si nos preguntáramos qué motivos confluyen para que la relación de pareja sea cada vez más corta, abriríamos un amplio abanico de causas, sin embargo siguen siendo las más cercanas al día a día de la relación las que acaban por socavar la ilusión que despertó el inicio del proyecto conjunto. De ahí que sean los factores emocionales los que han ido escalando en el nivel de afectación a la estabilidad de la pareja, y su gestión es hoy el caballo de batalla de la intervención terapéutica.
Estrés diario
El estrés diario y los roles antaño diferenciados son compartidos hoy con nuestra pareja, ya sea la educación de los hijos, cuidado de la casa, la familia, etcétera, cuestiones que pueden derivar en que el vínculo se deteriore si no priorizamos la relación, dedicándole tiempo y esfuerzo. El amor necesita cuidados, de la misma forma que cuidamos cada detalle de la educación de nuestros hijos.
Comunicación
Cada vez se hace más necesaria la comunicación entre los miembros de la pareja. No funciona la expresión “dejemos que el tiempo lo cure”, porque, en realidad el tiempo acentuará el problema, y nada aportará a una solución en una situación similar. Es fundamental que cada uno exprese su opinión y necesidades, escuchar a la otra parte, hacer autocrítica y promover soluciones en conjunto.
Celos y desconfianza
Celos y desconfianza. La confianza es un pilar base en el que se sustenta la pareja, mientras que los celos solo aportan, y de qué manera, una desconfianza que se trasluce en una inseguridad en la relación. En el fondo, es una emoción compleja, porque generalmente se teme perder aquello que se posee. Resulta paradójico que, a mayor cantidad de celos, mayor deterioro de la pareja, por lo que se conseguirá el efecto contrario a lo deseado.
Por su parte, el respeto es esencial en las relaciones ya que con el tiempo y la convivencia tiende a perderse. Cuando se produce una falta de este, materializada en amenazas, humillaciones y coacciones van minando la autoestima de quien las padece creando indefensión y anulación de la personalidad.
La pareja está sometida a un factor fundamental que pone a prueba su fortaleza como tal, y es que el paso del tiempo, la llegada y crianza de los hijos, puede provocar un olvido del sexo, cuando este es esencial para el bienestar y calidad de la relación. Además, el sexo es una forma de demostrar afecto y complicidad a nuestra pareja que refleja, en gran medida, la salud de la relación.
Qué duda cabe de la existencia de algunos otros factores que afectan al mantenimiento de la pareja y cuya gestión será fundamental para corregir errores y propiciar estados de bienestar. Es esencial escucharse mutuamente, comunicar bien, cambiar la perspectiva del yo al nosotros, ponernos en el lugar del otro, comprender sus necesidades, solucionar conjuntamente las adversidades, utilizar la negociación para la toma de decisiones, fortalecer el proyecto común, empatizar y desterrar el egoísmo, no fomentar expectativas irreales que aumenten la frustración, porque, en el fondo, cada pareja es única, y la aceptación de quién es quién en cada momento es vital.